miércoles, 9 de noviembre de 2011

Una tarde en Torremayor






UNA TARDE EN TORREMAYOR
Por Juan Rodríguez Pastor

En una tarde soleada llegamos a Torremayor, tras atravesar el badén del Guadiana. A un lado de la carretera, nos sorprendió ver una gran extensión de terreno sembrado de coliflores.

Ya en el pueblo, como era temprano, aprovechamos para pasear por el pueblo, echar algunas fotos a la Iglesia de Santiago y tomar un café en el bar de La Torre.

En la Casa de Cultura nos esperaba ya Mónica, la bibliotecaria. Mientras llegaba la hora de la charla, Rubén se ofreció amablemente a enseñarnos la Casa de la Cultura, que es moderna y agradable.

Ya en la charla, M.ª José, la concejala, nos contó una simpática anécdota, como ejemplo de lo que es la tradición oral. Ella nació en Montijo y un día su suegra la invitó a desayunar una tostada con “caldillo”. Ella, como no sabía lo que era el “caldillo”, se vio en un pequeño apuro, hasta que vio que el “caldillo” no era otra cosa que lo que en Montijo se llama “refrito”. Y todo esto a pesar de que Torremayor y Montijo están separados por apenas seis kilómetros. Claro que Mónica vino a dar la puntilla, cuando nos recordó que en otros sitios ni se llama “caldillo” ni “refrito”, sino “cachuela”.

Otro ejemplo nos lo puso Mari. En la cercana localidad de La Garrovilla se reían de ella cuando hablaba de las “azucecias”, ya que esta fruta en castellano se llama azufeifa y azufaifa. Curiosamente, el año pasado fue la primera vez que conocí y probé este pequeño fruto, gracias a mis primos Miguel Ángel y Pili, que viven en Puebla de la Calzada.

Luego recordamos algunos dictados tópicos. Mónica nos contó que su padre se refería a Torremayor como “la Torrita”; Mari nos dijo que a los de Lácara les dicen “los de la Morra”; y M.ª José recordaba haber oído este dicho: “Eres más cumplía que un luto montijano”, aunque no sabe bien la razón.

Todas las participantes se sorprendieron al ver cuántos materiales conocían de la tradición oral: rimas infantiles, acertijos, dichos, supersticiones, juegos…

Entre todos recordamos cómo se curaban las culebrillas y los culebrones. Sobre esto Fátima nos dijo que, si ibas al médico, no podías ir luego a una curandera, ya que no era bueno hacer las dos cosas a la vez.

Fátima también nos recordó una historia de brujas, la de un hombre que iba en una bicicleta y se encontró la pata de un carnero que luego resultó ser una bruja. Y M.ª José nos contó que de pequeña, en Montijo, para que no se acercara al pozo, la asustaban con la mano negra: “¡Que sale la mano negra!”

Al final, todos nos tuvimos que reír con los cuentos.

Luego, por el camino de las Piñuelas, nos alejamos de Torremayor.

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