jueves, 13 de octubre de 2011

Una tarde en San Pedro de Mérida






UNA TARDE EN SAN PEDRO DE MÉRIDA
Por Juan Rodríguez Pastor

El lunes 3 de octubre de 2011 nuestros “Caminos de tinta y papel” nos acercaron a San Pedro de Mérida. Lo primero que hicimos fue acercarnos a ver los restos de la Basílica Visigótica que se encuentra a las espaldas de la iglesia de San Pedro.

La Biblioteca Municipal se encuentra provisionalmente en las antiguas escuelas. Allí nos esperaban Fátima, la bibliotecaria, y Raquel, la gestora cultural. Hay que alabar sus afanes en pro de esta Campaña, a veces, acercándose a algunas casas para animar a la gente a que participe. Gracias a esta labor, llegamos a juntar a 23 personas, algunas bastantes jóvenes, como los dos chicos que forman parte de la directiva de la Asociación Juvenil “Al Descuido”. Tampoco faltaron algunas mujeres que pertenecen a la Asociación de Mujeres de San Pedro.

Todos aprendimos algunas cosas curiosas sobre la tradición oral. Por ejemplo, Eulogia nos recordó que, junto con su hermana, estuvo mirando las lápidas del cementerio de Berlanga, pero no encontró ninguna en la que, según le habían dicho, ponía “Por un peo, aquí te veo.”

También vimos cómo los refranes, a pesar de que mucha gente los considera verdaderos, no siempre son ciertos, como ocurre con el que nos contó Fidela: “Por santa Lucía, crecen las noches y menguan los días” o el de “Por san Blas la cigüeña verás”.

M.ª Ángeles nos explicó por qué les llaman “cucos” a los de San Pedro de Mérida, y es porque son muy espabilados y no se les engaña fácilmente. Gloria nos recordó que a los de su pueblo de origen, Jaraicejo, les llaman “mojinos”; y José Luis nos contó que a los de Valverde de Mérida les dicen: “De Valverde, el que no araña, muerde.”

Fidela y M.ª Ángeles nos contaron que a la fiesta de San Pedro le dicen “la fiesta del Mamao”, ya que daban leche, de las ovejas o las vacas de la ermita, a los asistentes.

Lo más bonito de la charla es que, al final, todos acabaron participando: Mili nos contó la canción de “Don Federico”; Toni, la de “Antonio Retoño”; Vicenta, la de “Pin, pin, salamacatín” (una versión muy larga y muy bonita); Gloria nos contó alguna pega sobre la miel; Elvira nos contó un acertijo; Toni un precioso trabalenguas (“Soy de la copa, de la copa, la copin de la pin pin copa…), que incluiré en un futuro libro…

Una señora, que nació en Campanario y cuyo nombre no grabé bien, nos contó un falso cuento: “¿Quieres que te cuente un cuento de Juan Pimiento que hizo un hoyo y se cagó dentro?”
Mili nos contó una anécdota sobre nuestra forma de hablar. La primera vez que fue a Zamora, donde vive la familia de su marido, una sobrina de tres años, que vivía en Vitoria, al escuchar su deje, decía: “Tía Emilia habla en chino, pero la entiendo.”

Tras la charla, Fidela nos contó algunas anécdotas de su padre, que era muy dicharachero. Como guarda algunos de sus dichos y poesías, me los va a mandar.

También M.ª Elena, tras la charla, se animó a contarnos una preciosa versión de la oración de san Antonio (“San Antonio de Padua, que en Padua nacistes y en Lisboa te criastes…), que ella utiliza para encontrar lo perdido. Su hermana Carmen recordó los tres años que vivió en Valdecaballeros, cerca de mi tía Plácida y mi tío Constante…

Y es que la vida está llena de caminos, como estos de tinta y papel, donde nos cruzamos con mucha gente y aprendemos muchas cosas que quedarán marcadas para siempre, de forma indeleble, en algún rinconcito de nuestra memoria.

1 comentario:

  1. Hola! Los felicito por esta entrada... Muy lindas fotos, se ve que la gente la estaba pasando realmente de maravilla! Estoy queriendo comprar algunos libros, pero son muy caros. Tienen ustedes algún descuento que pueda utilizar?? Gracias!

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