viernes, 29 de abril de 2011

Una tarde en Valdehornillo






una tarde en VALDEHORNILLO

Por Juan Rodríguez Pastor

En la plaza de Valdehornillo, una glorieta homenajea a los primeros colonos que poblaron este hermoso pueblo de colonización. Como llegamos temprano y era una hermosa tarde primaveral, estuvimos recorriendo algunas calles cercanas a la plaza, todas con nombre de río, antes de acercarnos a la Casa de la Cultura.

Es la Casa de Cultura un edificio muy coqueto. En la entrada nos saludó la exposición de “la Biblioteca Animada”, que forma parte de esta Campaña. Luego fuimos nosotros quienes saludamos a Beni, la bibliotecaria, y a algunas señoras que nos esperaban en la Biblioteca. Con ellas charlamos unos minutos, mientras terminaban otras mujeres que asistían a un curso de Risoterapia.

Al final nos reunimos 17 personas, entre ellas un niño y un señor mayor, Francisco, originario de Montijo, al que todos conocen por su apodo, “Bigote”. Lo curioso es que Francisco tuvo bigote de joven, en Montijo, pero allí le apodaban “Corcha”; después, al venir a Valdehornillo, cuando ya no tenía bigote, le empezaron a llamar “Bigote”. Cosas de la vida.

Entre los asistentes, nos llevamos una agradable sorpresa, la de encontrarnos con Mari Pepa, la mujer de Paco “el Cartero”, el cual ha colaborado con nosotros en un libro que preparamos sobre la tradición oral en los pueblos de colonización.

Realmente con nuestra charla también hacemos casi un curso de risoterapia. Por lo menos todos nos reímos cuando María, Antonia y Tere nos contaron versiones del cuento “Pilongos y castañas”. En las versiones de María y Antonia, el protagonista era un cura; en la versión de Tere, un cura y una monja.

También nos reímos con los dictados tópicos. Cada uno fue contando el de su pueblo de origen: Almendral, Hornachos, Montijo… Tere nos contó un dictado de Lobón (De Lobón con serón, trolorón). Nos reímos incluso con un dictado de Orellana la Vieja que recogió en el siglo XVII Gonzalo de Correas, y que afortunadamente ya no se dice.

De forma más seria recordamos la llegada de los primeros colonos a Valdehornillo, por los años 1968 y 1969, y lo duros que fueron aquellos primeros años, cuando en el pueblo no había agua, luz ni calles asfaltadas. Para ir al médico, a Medellín, Joaqui tardó cuatro horas; la llevó su madre, montada en una burra.

Después, tuvimos que reírnos otra vez al recordar las aventuras de Juan “el Alcalde”, que venía con su caja de Colacao y cortaba el pelo a los colonos, incluso sentados en los balates. Marcela nos contó que a su marido, Manuel, le cortó una oreja; y Tere recordó que, cuando Juan se sacó el carné, practicaba con la manivela de las compuertas.

Raquel, Tere, Marcela, Francisco y María recordaron acertijos; Tere recordó el cuento de “El cura chiquito”; Josefa, alguna rima infantil; Raquel y Joaqui nos contaron trabalenguas; Pepa, María, Raquel, Joaqui y Antonia nos recordaron algunas creencias y supersticiones referidas a la noche de san Juan, a los dientes que se caen a los niños, a la luna, las oraciones para encontrar objetos perdidos…

María nos contó cómo, siendo una niña, fue con su abuelo, en una burra, desde Barcarrota a Valdelacalzada, y el miedo que pasaron al cruzar el río Guadiana. Emilia, originaria de Valdemorales, nos contó cómo se reían de ella, porque distinguía la pronunciación de las consonantes “ll” y “y”; por eso, la llamaban “la del pollo”, haciendo hincapié en la pronunciación de la “ll”. Tere nos cantó la canción de los colonos, que aprendió en Barbaño. Y Joaqui nos dijo la canción que sacó al pueblo un colono, Antonio “Garabato”: Valdehornillo, / la tierra que tú tienes / no la quieren ni los grillos

Cuando nos alejamos de Valdehornillo, algunos colonos estaban ya sembrando las parcelas. Nosotros esperamos también otra cosecha: que alguien de “Valdo” recupere los escritos del señor Felipe sobre los orígenes de este pueblo.

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