lunes, 31 de mayo de 2010

Una tarde en Cheles, por Juan Rodríguez Pastor






CHELES

Llegamos a Cheles y, en la calle del Conde, preguntamos por la biblioteca. Un señor, desde su coche, nos dijo que le siguiéramos con el nuestro, y nos llevó la Casa de la Cultura. Es curioso cómo una acción sencilla puede resultar tan gratificante para el viajero.

Luego, nada más llegar, Marisol, la concejala, y Mónica, la bibliotecaria, nos colmaron de atenciones. Ya en la charla, los asistentes se mostraron más que dispuestos a participar y a mostrar sus conocimientos de saber popular. María Medeiro y Gabriela nos contaron un dictado tópico: De Alconchel, ni burro ni mujer, / ni casa de esquina / ni mujer que se llame Catalina.

María nos explicó también el juego del Pin, pin, misaraverín; y luego, a coro, cantaron algunas canciones infantiles que usaban las niñas en sus juegos: Cantinerita, niña bonita, Al ton pirulero, Al florón… Manolo nos sorprendió cantando un juego de manos, que es más de niñas: Mai se fo yuti, / tú eres ancla, / tú eres yuti, / mai se for yu, au, au.

Después nos sorprendieron también con algunos acertijos. Y es que nosotros hemos publicado un millar, pero es raro el pueblo donde no encontramos algún acertijo nuevo. En el caso de Cheles, desconocíamos tres o cuatro, como este de los “mocos” que nos contó Gabriela: Entre pared y pared / hay un jarrito / lleno de miel.

También surgieron media docena de trabalenguas. María Pérez nos contó el de El cielo está emborregado, y Gabriela el de Tengo una cabra ética pelética.

María Medeiro nos explicó el juego de Uñati, sati, calabazati, al que jugaban las niñas, con un botón, imitando el juego de los bolindres de los muchachos. Manolo nos dijo cómo era el juego de pelota Unitas. Choni nos habló del juego Antera. Gabina recordó el de El güito (la taba) con sus distintas posiciones: pan, tocino, rey y verdugo. Manoli nos recitó el de Una, dona

Otra señora, cuyo nombre no anoté, nos recitó la rima dedicada a las “vaquitas loras” (las mariquitas), para que echasen a volar. Manolo nos explicó cómo, de niños, se comían diversas plantas silvestres. Y Gabina nos dijo una rima, en portugués, que usaban los niños, cuando se les caía un diente; algo así como: Rau, turau, toma este dienti podre y dame otro sau.

Con los cuentos llegaron las risas y alguna sorpresa. Cuando contamos el de “El hijo del posadero”, Gabina, que era muy traviesa de pequeña, comprendió por qué su padre le decía: Esta niña es como el niño de la posá.

Tras la charla, y mientras tomamos un café, María Medeiro nos contó un romance de ciego (En la ciudad de Almería / por todas partes nombrada…) y el cuento de un barbero; Gabina, un cuento de portugueses; y, entre varias señoras, no explicaron cómo se guisan “los mamones” (especie de sopas) y por qué en Cheles hay apellidos y motes portugueses (Marropo, Cabalu…)

Y es que ¡cuántos materiales de tradición oral hemos atesorado a lo largo de nuestras vidas! Constatarlo y no otra cosa es lo que hacemos en nuestras charlas, así como animar a todos los asistentes a que los recojan de la forma que mejor les parezca. En Cheles tienen la fortuna de contar con un libro, Raíces de un pueblo (de José Antonio Torrado), que tuvieron la amabilidad de regalarme. Así, agradecidos, dejamos Cheles y tomamos dirección a Alconchel.

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